Los incendios forestales: precauciones

Los incendios forestales han reducido a cenizas más de 160.000 hectáreas de masa forestal que son las que se han quemado en el año 2012. Afortunadamente, en este año las cifras parecen más esperanzadoras, aunque el reto es reducir estas catástrofes a su mínima expresión. Las recomendaciones y la mentalidad de quienes disfrutan del campo en los días estivales, poco a poco van dando sus frutos.

A pesar de la serie de recomendaciones a seguir cuando estamos en zonas de bosques, se siguen dando casos de negligencia en las normas de comportamiento cívico, con grandes consecuencias para la naturaleza. Tampoco las penas que se les aplican, no solo a quien comete una negligencia, sino a quien utiliza el fuego como medio para con seguir beneficios económicos, son las más adecuadas como medida disuasoria.

La crisis y la evolución del concepto de vida sana, ha llevado a un trasiego mayor de personas que huyen de las ciudades con una tortilla en su cesta, dispuestos a pasar un día en el campo. Las facilidades que las pistas y los vehículos dan para desplazarse por lugares que no hace mucho tiempo eran desconocidos para las personas que no eran del lugar, hace que nos vayamos encontrando restos del paso de la gente por doquier: botellas, papeles, restos de envases e incluso restos de detergentes al lado de los ríos, cuando gente sin conocimiento, aprovechan las proximidades del agua y las largas horas del domingo, para el entretenimiento en el coche.

Independientemente del daño ecológico que supone este tipo de actitudes en la naturaleza, existen elementos que además de afear y ensuciar el campo, son peligros latentes como generadores de los incendios: botellas, latas, colillas, envoltorios susceptibles de crear efecto lupa, etc.

Para evitar los incendios, es imprescindible seguir una serie de recomendaciones, que no solo son fáciles de cumplir, sino que en caso de negligencia demostrable, pueden acarrearnos muchos problemas con la justicia:

  • Agrupemos y recojamos los restos no orgánicos, que generemos, guardándolos en bolsas que depositaremos en zonas creadas ex profeso para ello.
  • Nos abstendremos de acampar fuera de las zonas habilitadas para ello.
  • Evitaremos salir de las pistas, cuando circulemos con vehículos a motor, especialmente motos. En zonas de hierba seca, las chispas pueden ser causa de incendio.
  • Debemos de tener especial precaución con botellas, cristales y otros materiales que puedan tener “efecto lupa” sobre hierbas y matojos secos. Incluso si usamos lentes para leer, cuando no las utilizamos, guardarlas en su funda. Posarlas descuidadamente al sol, puede tener efectos incendiarios.
  • Los fumadores, a pesar de la prohibición existente de hacerlo en el campo sobre todo en temporadas de máximo peligro, han de tener la precaución de apagarlas en agua, a fin de cerciorarse de que están bien apagadas.

Siguiendo estas recomendaciones y otras que en cada momento nos puede dictar el sentido común, evitaremos que un día de campo se convierta en una pesadilla para nosotros y para los profesionales responsables de apagarlos, que se juegan la vida en cada ocasión.

Si a pesar de todo, se advierte algún conato de incendio, seguiremos unas pautas para tratar de evitar males mayores. Estas son algunas:

  • Si hay un inicio de incendio, antes de que vaya a más, intente apagarlo golpeando con ramas en el foco. Si ve que no puede controlarlo, intente, si es posible, utilizar agua o hacer un cortafuego. Avise cuanto antes y por cualquier medio a emergencias: ellos sabrán que hacer.
  • Si el fuego se ha descontrolado, busque una salida de escape. Nunca ladera arriba, ni hacia barrancos, hondonadas ni agujeros. Si es posible, aproveche los cortafuegos que representan carreteras, ríos y otros elementos naturales, pasando a la otra parte para ponerse a salvo.
  • Si el fuego o el calor ha incendiado sus ropas, trate de rodar por el suelo a fin de apagar las llamas. No se quite la ropa si tiene quemaduras.
  • Si tiene la posibilidad de respirar a través de un pañuelo mojado, utilícela.
  • Alejarse del lugar del incendio, observando la dirección del viento y de las llamas, a fin de ir en dirección contraria. No dejar de observar las evoluciones del fuego. En cualquier momento puede cambiar de dirección y nuestro lugar de escape convertirse en ratonera.

Pero no olvidemos que la mejor manera de luchar contra el fuego es “evitar el fuego”, con la prevención.

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