Vladimir Nabókov fue una persona multifacética, una figura interesante para analizar a nivel literario y personal. Nacido en Rusia el 22 de abril de 1899, fue nacionalizado estadounidense y suizo en el recorrido de su vida.
Creció en el seno de una familia rica y aristocrática de San Petersburgo, tuvo una muy buena educación que lo llevó a ser trilingüe a una edad muy temprano, de hecho, aprendió a hablar primero inglés que ruso. Para 1919 su familia se vio obligada a exiliarse a Alemania e ingresó a la Universidad de Cambridge.
Sus primeros escritos fueron en ruso. Sin embargo, el reconocimiento literario que obtuvo fue escribiendo en inglés, en particular, es reconocido por Lolita, publicada en 1955. El hecho de hablar tres idiomas influenció muchas de sus obras, haciendo referencias directas a ese rasgo propio.
Sus obras están un tanto distanciadas del movimiento literario de su época. A diferencia de otros escritores, Nabókov no se preocupó demasiado en escribir críticas sociales ni ensayos políticos a través de sus novelas. Al contrario, la profundidad intelectual o artística no aparece en su obra, en vez de eso, buscó un ángulo más independiente en sus obras.
La única novela que tiene una carga crítica es Lolita, su novela más importante. Más allá de eso, nunca mostró demasiado interés en ambientar sus novelas en el clima político o social de la época y contexto tenía suficiente, es decir, bajo su figura de exiliado pudo haber expresado ese sentimiento en sus escritos, pero prefirió guardárselo.
Lolita (1955)
Es la novela más conocida del autor ruso nacionalizado estadounidense. La historia habla de la relación llena de abuso e incesto entre un adulto de 40 años y su hijastra de 12. El padrastro es Humbert Humbert, un profesor de literatura que tiene una obsesión sexual por las niñas. Entonces, en Estados Unidos conoce a una mujer y se casa con ella, el trasfondo del matrimonio son sus intenciones de acercarse a su hija de 12 años, Lolita. La esposa fallece y él
queda a cargo de la niña, la mantiene en cautiverio y viajan por todo el país sosteniendo una relación de pareja con relaciones sexuales.
La novela de Nabókov fue sumamente polémica, fue prohibida y considerada pornografía en diferentes países. En realidad, el autor quiere expresar un relato romántico y erótico a simple vista, que está enmarcado en una obra que explora cuestionamientos acerca de la moral y la perversión.
Pálido fuego (1962)
Es considerada la novela favorita del propio Nokóbov, se trata de una obra que presenta un poema de 999 versos en cuatro cantos. Este poema es escrito por John Shade, además, tiene un prólogo y comentarios organizados en notas hechos por su editor, el profesor Charles Kinbote. Ambos son personajes ficticios de Nakóbov.
Esta novela recorre muchos ángulos que atrapan al lector. Todo es una demostración del ingenio y la astucia narrativa propia de Nakóbov, durante la narración Kinbote explora diferentes temas a través de sus comentarios y críticas hacia el poema, de hecho, da paso a la interpretación de tratarse de una visión autobiográfica de este personaje.
Sin embargo, la crítica y amantes de Nakóbov tienen interpretaciones encontradas acerca de la novela. En lo que todos coinciden es en la calidad de narración que demuestra el autor en toda la obra.
Ada o el ardor (1969)
Otra de las obras que Nabókov que destaca como una de las más importantes en su colección de títulos. Tiene varias formas de definirse, en primer lugar, puede entenderse como una crónica familia que explora el amor incestuoso. Además, es una obra que se interpreta como una reflexión poderosa alrededor del significado del tiempo y una parodia de la novela erótica. Para los más cercanos a las obras de Nabókov, esta es su obra de mayor calidad. Comenzó a escribirla después de ser un autor consagrado, es decir, sabía lo que se esperaba de él y cumplió
a la perfección con todas las expectativas. Durante todo el texto se nota el estilo propio de Nabókov, emplea juegos de palabras y referencias que atrapan al lector. Su creatividad y capacidad de generar alusiones es todo lo que se demuestra en este texto.
Frases de Vladimir Nabokov
Y como si yo hubiera sido, en un cuento de hadas, la nodriza de una princesita, reconocí el pequeño lunar en su flanco.
Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.
El político sentimental puede acordarse del día de la madre y aniquilar implacablemente a un rival. A Stalin le encantaban los niños. Lenin lloraba en la ópera, sobre todo en La Traviata. Todo un siglo de autores cantaron la vida sencilla de los pobres. Por autores sentimentales nos referimos a la exageración no artística de emociones corrientes, que pretende provocar automáticamente la compasión tradicional en el lector.
Sus ojos fijos en la parte inferior de mi cara como si me leyese los labios, y después de un momento de reflexión (su comprensión amatoria era incomparable) dio la vuelta rápidamente y cimbreándose sobre sus esbeltas caderas, me condujo por el pasillo alfombrado de azul.
¡Qué delicioso alborozo sentía correr por mis venas, cuan agradablemente todo mi ser respondía a las vibraciones y efluvios de aquel día gris saturado de una esencia primaveral, que en sí parecía lenta en percibirse!
La vida es muy corta. De aquí a ese viejo automóvil que conoces tan bien hay sólo un trecho de veinte, veinticinco pasos. Es un trecho muy corto. Da esos veinticinco pasos. Ahora. Ahora mismo. Vente así, como estas. Y viviremos felices el resto de nuestras vidas.
Si una cuerda de violín puede sentir dolor, yo era esa cuerda.
Imagíname: no puedo existir si no me imaginas. Trata de discernir a la liebre en mí,
temblando en la selva de mi propia iniquidad; y hasta sonríe un poco.